A finales de mayo, es decir, a tres meses de la implantación de los currículos LOMLOE en
los cursos impares, aún no habían terminado las Comunidades Autónomas de establecerlos
definitivamente. No estaban aprobados. Si a ello unimos el cansancio del profesorado que
ve que el tiempo que dedica a programar o adaptar sus materiales a las nuevas leyes, es
un trabajo que tiene una validez muy limitada en el tiempo (lo que va a durar esa nueva ley
en vigor), hace que buena parte de docentes vea los cambios legislativos como una pesada
carga, más que una oportunidad de mejorar la calidad de la enseñanza.