Nos han enviado al STEM esta fotografía que muestra la temperatura existente en el interior de un aula. No es en Chad o Mali, es en la Comunidad de Madrid. Casos como este, o incluso peores, se están registrando durante esta semana.
Después de dos inviernos soportando temperaturas gélidas con la inevitable ventilación cruzada, ahora nos vamos al otro extremo y nos toca sobrevivir en situaciones sofocantes y en aulas llenas de humanidad.
El tema se ha llevado a las Juntas de Personal Docente y, naturalmente, se han aprobado resoluciones instando a la Administración a que aporte soluciones. Esta es la que se consensuó en la DAT Madrid Oeste
Descargar (153_exceso-de-temparatura-por-ola-de-calor.pdf, 117KB)
Su aprobación no estuvo exenta de debate, dado que, desde STEM, insistimos en que se explicitara que, entre las medidas inmediatas, no se puede descartar la interrupción de la actividad lectiva. Hubo referencias a que eso podía enfrentarnos con las familias y, realmente, eso nos sorprendería. La escuela no es un parking. Las federaciones de ampas, que nos consta que se desvelan para hacer de la Escuela un entorno amable para el alumno, seguro que son plenamente conscientes de que pasarse horas a más de 35º C no sólo es la experiencia más cercana al infierno en la tierra, sino que supone un peligro evidente para la salud.
A la vista de lo sucedido los últimos años, hay que partir de la certeza de que, durante algunas semanas lectivas, se van a dar temperaturas extremadamente elevadas y que no son compatibles con el normal desarrollo de actividades académicas. Buscando alguna solución, empezamos por referirnos a lo que no hay que hacer.
Los comentarios del Consejero madrileño de Sanidad relativos a usar abanicos de papel son algo más que una broma de mal gusto; en un país serio, sería motivo para que las fuerzas políticas de oposición pidieran su revocación, Un ciudadano tiene el derecho y el deber de rebelarse cuando lo que recibe del gobernante es la burla y el desprecio que se destinaría a un súbdito.
El derecho a la escolarización del alumno y el carácter de custodia delegada que tiene el centro durante el horario lectivo desaconseja que, sin más, l@s delegad@s de prevención de riesgos laborales, en situación de riesgo inminente, usaran su facultad de forzar el abandono de los puestos de trabajo. Tenemos claro que trabajamos con alumnado y que una decisión así no se debe tomar unilateralmente, tal y como se haría en el sector industrial. Pero la administración debería admitir que, sobrepasado un umbral de temperaturas, se acuerde sacar a los chicos del centro y llevarles a un parque, un polideportivo o, incluso, a una gran superficie climatizada. Y que es a la Administración a quien le corresponde asumir las responsabilidades correspondientes si somete a unas personas a un riesgo para su salud.
Los proyectos de bioclimatización exigirían, en muchos casos, profundas remodelaciones arquitectónicas. Puede ser una solución a medio-largo plazo. Aunque aporta ventajas ecológicas y económicas, no podemos constatar su rendimiento en caso de temperaturas extremas.
De manera que, inevitablemente, nos econtramos con que las administraciones van a tener que dedicar una inversión significativa en la instalación de aire acondicionado. No pueden decir que les pilla desprevenidos. Así que manos a la obra…
.