Desde STEM valoramos muy positivamente el desarrollo de las tres jornadas de huelga convocadas por nuestro sindicato junto a CGT y CNT, de la mano de la Asamblea Menos Lectivas y de multitud de asambleas de centro.

La mejor huelga es la que se articula en colaboración con aquellos y aquellas a quienes se va a llamar a la huelga. Para ello, una convocatoria de esta amplitud y complejidad (dirigida a una plantilla de más de 50.000 docentes repartidos en más de 1.500 centros) requiere la articulación, por parte de los trabajadores y trabajadoras, de órganos de representación, debate y decisión a nivel de centro y zona coordinados entre sí para la toma de decisiones conjuntas.

Esa es la metodología por la que hemos apostado y seguiremos apostando, una metodología compatible con la soberanía de los órganos de decisión internos de los sindicatos, que no somos otra cosa que trabajadores y trabajadoras que se organizan para defender sus derechos. Dicho esto, tenemos motivos para estar satisfechos e ilusionados, y lo estamos, pero debemos ser conscientes de que hemos ganado una batalla; no la guerra: los objetivos expresados en nuestra tabla reivindicativa aún no se han conseguido.

En lo estrictamente cuantitativo, y sin entrar en guerras de cifras, salta a la vista que hemos sido capaces de mejorar los datos de seguimiento de convocatorias anteriores apoyadas por sindicatos con representación en Mesa Sectorial y con amplios recursos de los que los sindicatos convocantes no disponemos. Aunque estos sindicatos han optado por mantenerse al margen, gran parte de su afiliación ha entendido desde el principio que esta huelga apelaba a los trabajadores y trabajadoras por igual, con pleno respeto a su afiliación. Y han colaborado, en pie de igualdad con muchos otros compañeros y compañeras, para conseguir el éxito que hemos conseguido. Y esto es así porque han hecho el análisis correcto: Esta era una huelga contra las políticas de la Consejería y el momento era el oportuno.

Pero el objetivo no es demostrar, como hemos demostrado, que podemos organizar desde abajo una gran movilización sin esos sindicatos. El objetivo es la reversión de los recortes y la consecución de los objetivos de la tabla reivindicativa, y si es con el apoyo de otros sindicatos, mejor.

Si esta huelga tiene algo de especial respecto a otras convocatorias es la sensación, compartida por muchos docentes en las manifestaciones, concentraciones y piquetes de estos días, de que es el principio de algo. Estamos de acuerdo. Una huelga supone, entre otras cosas, la posibilidad de encontrarse y reconocerse en el otro, y de creer que juntos podemos cambiar las cosas. Independientemente de las acciones concretas que se decidan a partir de ahora, creemos que es fundamental extender y fortalecer las estructuras de debate y decisión del profesorado a nivel de centros, pueblos y barrios, pues sabemos que en aquellos centros donde el profesorado se ha organizado, el seguimiento de la huelga ha sido alto, alcanzando en muchos casos niveles de participación que no se recordaban.

Seguiremos llamando a la unidad con todas las organizaciones que crean en la unidad para luchar, pues la Historia nos enseña que es con lucha como se consiguen las cosas, que no merece la pena garantizar paz social a cambio de migajas cuando se negocia con quien no quiere negociar, y que la negociación sin presión suele dar pobres resultados. A las pruebas nos remitimos, 13 años después de los recortes.

A partir de ahora, parafraseando a Gramsci:

Instrúyanse, porque tendremos necesidad de toda nuestra inteligencia. Conmuévanse, porque tendremos necesidad de todo nuestro entusiasmo. Organícense, porque tendremos necesidad de toda nuestra fuerza.

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