maestroRecientemente, ha visto la luz un estudio, patrocinado por una  escuela de negocios, del que se han hecho eco algunos medios, donde se dictamina que la jornada escolar continua en primaria es perniciosa para la educación.

¿En qué argumentos se basan?

Lo primero que establecen es que “En el caso del alumnado, no existe evidencia rigurosa sobre el efecto de la modalidad de jornada (dadas unas horas lectivas) sobre el rendimiento académico.” Señalan, eso sí, que “Algunos estudios correlacionales apuntan a que la jornada completa (o partida) está asociada a mejores resultados” (si la primera afirmación es cierta, debemos entender que no son “evidencias rigurosas”).

Entonces, según su planteamiento, ¿por qué es tan negativa la jornada continua?  Al final de la introducción, nos desvelan el Quid de la cuestión: “Planteamos un plan de inversiones derivado de los enormes beneficios económicos de una educación a tiempo completo (NOTA: Educación a tiempo completo es la denominación que usan para designar la jornada partida) en educación Infantil y Primaria”.  Bien, ya nos situamos: hablamos de dineros y no de saberes. Indudablemente, el tiempo de apertura de un centro escolar está estrechamente ligado a un complejo educativo-económico que mueve considerables sumas; con actividades que van desde el  catering  a las extraescolares. Es un hecho sabido, y la novedad es que se expone abiertamente que la organización escolar debe girar en torno a ello.

¿Existen motivos para escandalizarse por un artículo así? En el seno de las comunidades escolares, se han producido, por desgracia, polémicas excesivamente agrias al respecto, Nos gustaría pensar que los medios están intentando esclarecer y formar a una ciudadanía crÍtica que cimente sus opiniones sobre la base de un conocimiento sólido y objetivo. Por eso nos chocan algunos aspectos.

En su introducción, como argumento de peso, resaltan que:  Con respecto al profesorado, se trata del colectivo que más se beneficia de una jornada matinal (continua). Nada que agregar: esos privilegiados, con ochenta meses de vacaciones al año, no merecen ni el aire que respiran… Eso lo firmaría todo cuñao ¿no?

Dado que un alto porcentaje de las personas que se acercan a un artículo de prensa sólo se quedan en el encabezamiento, es legítimo pensar que los artículos que llevan títulos tales como “La pandemia está afianzando un modelo social y educativo regresivo” o “La jornada continua en los colegios, negativa para el alumno”  tienen tanta intención de ilustrar al lector como si esta entrada la titulásemos “Los grandes medios, lameculos de las corporaciones” o “Mercenarios de la pluma; ¿A cuánto se paga la manipulación?”… Pero eso no se hace y, si se trata de un medio que presume de progresista, menos… Debe tratarse de un error, que lo tiene cualquiera.

Por todo ello, desde esta página, llevada por y para el profesorado, queremos aportar unas gotas de información, que quizás sirvan para la reflexión.

Sabiendo que existen pocos estudios fiables sobre la incidencia de la distribución de los tiempos escolares, el STEM, hace ya dos décadas, se permitió traducir al castellano, a través de nuestra compañera Laura Ramírez, el ensayo de François Testu titulado Los ritmos escolares, acercamiento cronopsicológico.
Este trabajo corrobora la hipótesis de que, para el proceso enseñanza-aprendizaje en esos segmentos de edad, es mucho más crucial la distribución de pausas y actividades que el modelo de jornada
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Os facilitamos, además, un artículo que resume la posición al respecto de STEM, que viene a condensarse en la idea de que es necesario diferenciar horario lectivo, horario laboral del profesorado y horario de apertura del centro: que la conciliación de la vida laboral y familiar no debe hacerse descansar sobre la escuela (sobre todo, si esa conciliación se entiende como  disponer de más tiempo que dedicar al trabajo); que es el tiempo de apertura de los centros el que puede facilitar esa conciliación, pero teniendo claro que no debe identificarse con la actividad lectiva ni la sobresaturación de extraescolares, sino que esos centros también pueden albergar ludotecas, juegos, deportes o, simplemente, espacios de convivencia…). Y que el criterio fundamental para adecuar el modelo de jornada debe ser el de las mayorías democráticas dentro de la comunidad escolar, dejando siempre una opción para las minorías.