Hoy, 28 de abril, se celebra el Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo, lo cuál tiene bastante significación en el caso del Sector Docente. La incidencia de la COVID 19 en nuestra profesión ha sido de las más altas, sólo superada por la regristrada entre profesionales de Sanidad. Y, a fecha de hoy, la vacunación del profesorado nacido con anterioridad a 1967 ha sido interrumpida y no ha habido ninguna noticia relativa a su reanudación. La posible celebración de oposiciones, en estas condiciones, va a suponer un riesgo añadido para nuestra salud.
Estos problemas se superponen a la larga lista de dolencias que, históricamente, han tenido una significativa incidencia en nuestra profesión, especialmente las dolencias del aparato fonador, las oseomusculares y las psiconerviosas. Sigue pendiente ampliar el catálogo de enfermedades profesionales (más información) y adoptar medidas preventivas frente a esos riesgos.
No nos olvidamos, por supuesto, de la situación especialmente grave que viven los trabajadores y las trabajadoras de Educación Especial y Atención a la Discapacidad, sector que, por sus características, incrementan de manera espectacular ese tipo de dolencias (más información).
Debemos recordar un principio básico: vendemos nuestro trabajo, no nuestra salud.