Entre los meses de junio y julio de 2016, la Vicenconsejera de Educación procedió a cesar a casi medio centenar de directores, sustituyéndolos por personas ajenas al centro y que no contaban con la confianza de la comunidad educativa.
En el curso de los últimos días, la Consejería de Educación ha procedido a aceptar la dimisión o notificar el cese de directores recientemente impuestos. Tal y como se reclamó en las recientes movilizaciones, se pondrá al frente de los centros a personas propuestas por el Consejo Escolar y que están dispuestas a mantener los respectivos proyectos educativos.
Entre una y otra decisión media una intensa actividad de la Plataforma Regional por la Escuela Pública y una movilización de las comunidades educativas de los centros afectados. Allí donde existe tejido asambleario y los estamentos escolares constituyen verdaderamente una comunidad, se ha hecho llegar a los cargos directivos impuestos un mensaje de oposición y una voluntad de defender los proyectos en curso. Igualmente, la Plataforma Regional ha ofrecido ruedas de prensa, ha convocado una asamblea provincial, ha registrado en la Asamblea de Madrid un requerimiento a los grupos políticos para que se modifique el sistema de selección de directores, ha llevado el tema al Consejo Escolar de la Comunidad de Madrid y ha dado su apoyo a las acciones de ámbito local.
Debemos celebrar como un triunfo esta rectificación. Quedan muchas reivindicaciones pendientes (el cierre de ciclos de FP, las plantillas de los centros, los recortes, etc.) y esta victoria debe ser el acicate para continuar peleando. Los consejos de plataformas locales convocados para el 28 de julio y el 7 de septiembre deben servir como termómetro de las posibilidades reales de movilización y para sopesar qué acciones de inicio de curso son factibles.
Evidentemente, la movilización local ha sido importantísima pero desigual. No todas las comunidades han reaccionado con la misma fuerza ante la agresión. Sólo cuando la movilización ha adquirido una repercusión fuera de los lindes de sus barrios o municipios, ha sido posible la victoria.
Hemos constatado que las luchas no pueden tener un carácter corporativo. El hecho de que la Plataforma Regional (que agrupa a las organizaciones que representan a la inmensa mayoría de padres y madres, estudiantes y profesorado de la Comunidad) se haya puesto al frente de la protesta ha servido para romper el aislamiento de los centros, evitar que la represión cayera sobre ellos y amplificar la fuerza de sus protestas.
Durante las asambleas que han tenido lugar, se han lanzado propuestas tendentes a no empezar el curso con normalidad y de llamar a la huelga, tanto por el tema de los equipos directivos como por los restantes agravios. La posición manifestada por STEM ha sido la de ofrecer cobertura legal a aquellos centros cuya asamblea adoptara la decisión de ir a la huelga, pero también la de anteponer a cualquier movilización de ámbito regional la condición de que tenga lugar un proceso asambleario en los centros de trabajo, máxime si hablamos de llamar a una huelga. Las movilizaciones no pueden ser decididas por un ínfimo porcentaje de la comunidad escolar de la región, y más cuando nuestro modelo sindical no contempla la existencia de cargos ejecutivos que puedan adoptar medidas sin contar con la asamblea de afiliad@s.
Por último, hemos recalcado que esta lucha forma parte de una oposición continuada a la LOMCE, que debe desarrollarse en el seno de los centros de trabajo. Esta ley, al ampliar las competencias de los directores –convertidos casi en la figura de un empresario/gestor-, socava la provisión de puestos basada en un baremo objetivo, tiende a limitar la pluralidad y establece una velada amenaza contra la libertad de cátedra. Los directores tendrán la potestad de establecer perfiles específicos del personal que llegue al centro, por lo que el trabajo de muchos interinos puede depender de formar parte de las clientelas políticas, personales o profesionales del director. En nuestra Guía para la resistencia a la LOMCE http://stemstes.esy.es/wordpress/wp-content/uploads/2016/04/Gu%C3%ADa-para-inaplicaci%C3%B3n-de-la-LOMCE.pdf venimos proponiendo que se resista a este orden de cosas apoyándonos en la solidaridad como clase y en la creación de un tejido asambleario en el que resida la legitimidad –que no la potestad legal-.
Llama mucho la atención el viraje protagonizado por la Consejería de Educación (habría que sumar también los cambios en la normativa sobre interinidades). Recordemos que, hace cinco años, huelgas con seguimiento superior al 80 % paralizaron la enseñanza madrileña y que manifestaciones de cientos de miles de personas llenaron las calles de la capital, sin obtener respuesta. Dos cosas han cambiado desde entonces: una es que el PP ya no tiene mayoría absoluta; otra es que el PP no se comporta como un bloque monolítico.
En 2004, en la DAT Madrid Este, la Administración había llevado a cabo una política de ceses/nombramientos de directores análoga a la actual. La antigua directora de la territorial, García Patrón, aupada ahora a la Viceconsejería de Organización Educativa, está reeditando esa misma política a una escala más amplia. Colocando a una auténtica clientela política y personal al frente de los centros, la viceconsejera (apoyada por los sectores próximos a Esperanza Aguirre) aumentaba su peso y su poder notablemente. El Consejero (persona de confianza de Cifuentes) no podía dejar de sentir alguna inquietud al respecto. Más aun cuando algunas organizaciones de la Plataforma Regional amenazaban con dar carpetazo al intento de cerrar un Acuerdo Educativo en la Comunidad (exigencia irrenunciable de Ciudadanos para seguir sosteniendo al gobierno regional).
Se han comparado alguna vez las grandes movilizaciones de 2011-2012 al intento de romper un muro de hormigón a cabezazos. Es posible que, sin aquellas movilizaciones, el PP seguiría disponiendo de mayoría absoluta, las organizaciones populares estarían absolutamente deslegitimadas y la sociedad hubiera caído en una total atonía. La única lucha que se pierde es la que no se emprende.