Comunicado:

UNA REFLEXIÓN SOBRE LO OCURRIDO EN EL CEPA JOSÉ LUIS SAMPEDRO

Algunos medios se han hecho eco de lo ocurrido la semana pasada en el CEPA José Luis Sampedro del Barrio del Pilar, donde un alumno amenazó a una profesora con un cuchillo, aparentemente por no estar de acuerdo con la nota de un examen. Afortunadamente, el hecho se saldó sin que ninguna persona resultase herida.

Desde STEM esperamos que desde la Consejería se pongan en marcha las medidas necesarias para atender las necesidades más inmediatas relativas al bienestar emocional de profesorado y alumnado tras una experiencia a la que ningún docente debería verse expuesto en su puesto de trabajo y que ningún alumno debería tener que presenciar.

Sin descartar que del análisis de esta situación concreta se desprenda la necesidad de que se tomen medidas específicas para garantizar la seguridad, no vamos a secundar posturas sensacionalistas que parecen llamar a la militarización de los centros, pero eso no quiere decir que la situación no ya de este centro, sino de muchos otros, no nos preocupe. El problema es que a la Consejería no parece importarle la difícil situación que atraviesan tanto los trabajadores y trabajadoras como el alumnado de los centros públicos madrileños, cuando persiste en la aplicación de su política de recortes… recortes que traen consecuencias.

Estaría muy bien que interviniera también en este caso la Unidad de Convivencia de la Inspección Educativa, para prestar, como ha dicho el Consejero refiriéndose a una agresión entre alumnos en las inmediaciones del IES Pradolongo “un poco de tranquilidad y atención psicológica a las víctimas”, pero mucho nos tememos que lo de “un poco” sería literal. Y no por falta de profesionalidad de los trabajadores y trabajadoras de la Unidad de Convivencia, sino porque esta estará sometida a la misma precariedad de medios que afecta a todo el sistema educativo madrileño, por la falta de inversión, personal y recursos en general.

En todo caso, las medidas para garantizar el bienestar emocional deberían extenderse a muchos otros centros. Porque el profesorado no está bien emocionalmente, y esto es consecuencia del efecto acumulativo de los recortes que el Señor Viciana no se plantea revertir, de años de un exceso de horario lectivo (con el consiguiente recorte de plantillas), de ratios elevadas, de la creciente carga burocrática asociada a la labor docente, de falta de profesionales para la atención a la diversidad, de equipos de orientación saturados e impotentes para ayudar a sus compañeros y compañeras. La consecuencia de todo esto es el agotamiento y creciente desmotivación del personal. El centro que ahora ocupa los titulares, con 600 alumnos, sólo cuenta con una orientadora a media jornada… Si queremos bienestar emocional empecemos por ahí. Que la administración respete a los trabajadores y trabajadoras de nuestros centros educativos en lugar de menospreciarlos, exprimirlos y agotarlos. Simplemente, que les deje hacer su trabajo, esa es la clave.

Que respete también al personal no docente, que sufre la misma precariedad: el CEPA José Luis Sampedro no cuenta ni con auxiliar administrativo ni con auxiliar de control en turno vespertino. Empecemos por ahí.

Y que respete al alumnado, pues la precariedad de las plantillas les afecta. Más teniendo en cuenta que gran parte de nuestros alumnos y alumnas tampoco están bien emocionalmente, y que los problemas de salud mental afectan a los y las adolescentes muy en particular, pero cada vez están más presentes en cualquier segmento de la sociedad. Sin ir más lejos, el alumno que sacó el cuchillo, de 30 años, tenía problemas de salud mental. ¿Maneja el Gobierno regional un mapeo por centros de estos casos? ¿Ha pensado en una estrategia para afrontar el incremento de problemas de salud mental, incluyendo conductas agresivas, autolesivas y suicidas? Nos referimos a algo más que firmar convenios con empresas externas con personal precario y nula capacidad de intervención, para cubrir expediente y que alguien “se lo lleve crudo”. ¿Tienen previsto reforzar los servicios públicos de salud mental y dotarles del personal necesario para trabajar con los centros educativos?

Quizá, si se hubieran cumplido estas condiciones, no habría ocurrido lo que ha ocurrido en el CEPA José Luis Sampedro. Quizá, mientras el Gobierno regional sigue evitando la aplicación de las únicas medidas que pueden ayudar a evitar que estos casos se repitan, vuelva a pasar algo parecido o peor. No descartamos que nos propongan entonces la medida estrella de poner un guardia de seguridad en cada centro… quizá alguno de los posibles empresarios agraciados se esté frotando ya las manos. Los problemas que aquejan a la educación madrileña seguirán enquistados, pero al “Show de Ayuso” puede venirle muy bien. Nuestra Presidenta no le hace ascos a nada.

Descargar (JLSampedro.pdf, 74KB)